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TEORÍAS
DE LA MITOLOGÍA.(por
Simón Royo Hernández. Madrid, junio de 2000)
En
la antigüedad ya existía la Teoría
alegórica de la interpretación de los mitos, que es la que sostiene que
hay una racionalidad oculta tras el relato poético. Los mitos serán entonces
grandes metáforas. Esta idea viene problematizada por la hermenéutica que
constata las múltiples variaciones y manipulaciones que se pueden realizar en
el ejercicio de interpretación de alegorías, lo que significaría que la
racionalidad, más que existir en el texto, la pone el exégeta que lo
interpreta. Sin embargo, lejos de querer justificar nuestras propias creencias
leyendo los mitos tendenciosamente, el estructuralismo sostendrá que sí es
posible desentrañar ciertos significados de los relatos míticos, cuya
racionalidad no depende de ellos mismos, sino de formar parte de la estructura
lingüística o gramatical, ciertamente universal, que rige los fenómenos del
habla y la escritura.
También
existió ya en la antigüedad otra teoría de la interpretación de los mitos
conocida como Evemerismo. Teoría
de Evémero de Mesene[i]
(s.IV a.C.), según la cual, los dioses míticos no son más que personajes
históricos de un pasado mal recordado, magnificados por una tradición
fantasiosa. Esta teoría sería aceptada aún por el filósofo David Hume. (Evémero
de Mesene: escritor de fines del s.IV a.C., hay que tener en cuenta que, como
en tantos otros, su obra se ha perdido y se le conoce sólo por sus
comentaristas).
Cicerón
en su tratado Sobre la naturaleza de
los dioses (libro II, 24-25), emplea tanto el alegorismo como el
evemerismo al interpretar los mitos (cfr. también su tratado Sobre
la adivinación, II, 37), y en el repertorio enciclopédico que son las Etimologías
de Isidoro de Sevilla encontramos los ecos de ambas corrientes, tanto del
evemerismo como de la interpretación alegórica (cfr.San Isidro Etimologías
VII, 11). Los padres de la Iglesia utilizaron el evemerismo y la teoría alegórica
en su lucha contra el paganismo y para descalificar los mitos no aprovechables
por su doctrina. Lástima que no aplicasen estas investigaciones a sus propios
mitos. A veces San Isidoro da varias posibles etimologías, como alternativas
para un mismo dios, ya que le interesa menos ser preciso que indicar o sugerir
el origen natural de las erróneas divinidades de los paganos
(cfr.Etim.VII,11,30-34). En el Renacimiento, a la luz del neoplatonismo,
muchos humanistas interpretarán los mitos, con el ánimo de entresacar de
este legado antiguo unas enseñanzas cristianas, adaptando sus
interpretaciones de la antiguedad greco-latina con el fin de justificar
creencias judeo-cristianas.
En
estas condiciones era fatal que se insinuara entre los humanistas
renacentistas la misma idea a la que había llegado el paganismo crepuscular
tras la época helenística y la llegada del cristianismo (Plotino), a saber:
que todas las religiones se equivalen (ecumenismo), y que bajo formas diversas
-sean a veces pueriles o monstruosas- se esconde una común verdad. Por eso
Marsilio Ficino se inclina hacia una especie de teísmo universal con el
platonismo por evangelio. La interpretación alegórica renacentista, ideológicamente
interesada, encontró un gran foco en la Florencia del siglo XV, auspiciada
por los Medicci, a quienes Ficino convenció de que el platonismo no era políticamente
subversivo sino que podía servir a la salvaguardia de sus intereses.
En
el s.XVII se acabó el culto pagano de la vida. Son los tiempos de Trento y la
Contrareforma. El frágil equilibrio entre la admiración poética por la
belleza y el culto pagano de la vida, y la fe cristiana, había hecho crisis,
crisis como las criticas de Savonarola que lo llevarían a la hoguera, es el
tiempo de la reacción. Los renacentistas no añadieron ningún método de
investigación mítica a los ya existentes, el evemerismo y la teoría alegórica.
Habría que esperar al s.XVIII para que surgiera el Método
Comparativo en las investigaciones sobre historia de las religiones; tras
el descubrimiento de Nuevos mundos y nuevas mitologías. Como precedente de la
Mitología Comparada:
enciclopedista y antropólogo Ch.De Brosses (1709-1777), amigo de Buffon y
corresponsal de Voltaire, que fue quien acuñó el término fetiche
tras tomarlo de algunos relatos de misioneros portugueses. Fetisso
corresponde al español hechizo, y
viene del latin factitium. Pero
tiene un sentido muy concreto: un objeto inanimado (según nuestra concepción),
que recibe un culto propio como si estuviera impregnado de poderes divinos o mágicos.
La idea llegará hasta Karl Marx, quien nos hablará del fetichismo
de la mercancia en su obra cumbre El
Capital.
Al
comenzar el siglo XIX empiezan a proliferar los estudios e investigaciones
específicamente centradas en la Mitología, de la mano de la nueva disciplina
conocida como lingüística, como la de F.Schlegel Von
der Sprache und Weisheit der Indier (1808). F.Schlegel
se apoya en la lingüística comparada para llevar a cabo su investigación.
Otro
de los grandes precursores es F.Max Müller:
(s.XIX -muere en 1900): algunos le han llamado el inventor
de la mitología comparada. Sanscritista que desplegó en varios trabajos
su brillante hipótesis de que la mitología podía explicarse recurriendo a
la ciencia del lenguaje, esto es, a
la filología. Se le tiene por
tanto como el primero en aplicar la investigación filológica al terreno de
la mitología comparada. Por ejemplo, afirma Max Müller, que en principio,
todas las raíces lingüísticas indoeuropeas indicaban una actividad. De ahí
que los aspectos mismos de la naturaleza fueran denominados con nombres
activos. Luego detrás de esos nombres se supuso un agente personal, así
nacieron los dioses particulares del politeísmo ario. Así pues mediante dos
fases: el desconocimiento de una metáfora poética que aludía a un aspecto
natural, y la adscripción de tal actividad a una figura creada por hipóstasis
de un nombre mal interpretado, con olvido de su carácter apelativo original,
aparecieron los dioses de la mitología aria. Cuando los arios se dispersaron
por Europa y Asia llevaron consigo las metáforas de la etapa fundamental que
luego florecieron poéticamente en sus varios sistemas mitológicos.
Pero
en definitiva, el método de Max Müller resultaba demasiado reduccionista,
enfocado exclusivamente desde el Análisis
Etimológico en busca de los fenómenos naturales que representaban los
mitos. M.Müller encontró su más ferviente seguidor en el folklorista
G.W.Cox. Max Müller representó la primera etapa de la mitología comparada
referida a las religiones indoeuropeas, partiendo de una base lingüística y
filológica.
La
escuela rival la constituyó El
evolucionismo. Los partidarios de la explicación por la evolución a
partir del salvajismo primitivo, como E.Tylor,
L.Henry Morgan, H.Spencer y A.Lang
ofrecieron una teoría alternativa a la de los comparacionistas. La tesis
evolucionista sustituye el fetichismo por el animismo, o bien recurriendo a un
primer estadio mental dominado por la creencia en la magia (como sostendrá
J.Frazer de quien lo tomará Sigmund Freud) o imaginando una mentalidad
primitiva prelógica y fabulosamente crédula (como sostendrá L.Lévy-Bruhl).
Freud remitirá a los siguientes estadios evolutivos: animismo, totemismo,
politeismo, monoteísmo y, finalmente, la era ciencia, en la que se superarían
los anteriores.
Un
lugar de honor entre los estudiosos evolucionistas de la Mitología ocupa Sir
James Frazer. Su gran obra se titula The
Golden Bough, y fue escrita en doce gruesos volúmenes. El nombre de La
Rama Dorada alude al ramo de áureo muérdago que Eneas lleva en su viaje
al más allá en la Eneida de
Virgilio. La versión resumida por la mano del mismo Frazer, está traducida
al castellano. Frazer realizó asimismo, una ya célebre traducción inglesa
con notas de la Biblioteca de
Apolodoro, uno de los compendios mitológicos más completos y famosos de la
antigüedad. Entre sus obras destacan, además de la citada, Totem
and Exogamy, 4 vols, 1910 (en la que se basará Freud al escribir Totem
y tabú en 1913); y Folk-Lore
in the Old Testament, 3 vols, 1908 (hay traducción castellana).
Con
Frazer y la escuela evolucionista nos vemos ante el surgimiento de la moderna antropología
cultural que va a ser decisiva para el progreso del estudio de las
religiones y, por consiguiente, para las teorías de la Mitología. Además de
la antropología evolucionista
derivada de la teoría y obras de Darwin, importante resulta también la antropologia
historicista de Boas.
Un
antropólogo de origen alemán, que desarrolló su actividad en los Estados
Unidos y se convirtió en la figura más influyente de la antropología
norteamericana de las primeras décadas del s.XX, Franz
Boas, fue también el primero y más contundente crítico del
evolucionismo. Estudió física en Alemania y sus primeras investigaciones
tuvieron que ver con la geografía. Muy joven todavía, conoció directamente
la cultura esquimal y antes de final de siglo ya había presentado un trabajo
que constituía un ataque directo al evolucionismo todavía imperante. No
aceptaba el determinismo geográfico para explicarse la diversidad de las
culturas. Se mostró escéptico ante los grandes esquemas evolucionistas y sus
leyes universales, que el estudio de culturas individuales iban
progresivamente debilitando, y defendió enconadamente la importancia del
trabajo de campo.
Uno
de sus postulados fundamentales era el conocimiento de la lengua del grupo
estudiado. Boas propone llevar a cabo el estudio particular de una cultura y
la busqueda de explicaciones a partir de sus circunstancias históricas y no
de la influencia del medio (que para Boas sólo era limitativa no
determinante). Estos procedimientos le llevaron hasta un enfoque que ha sido
denominado como historicismo o particularismo
histórico.
Boas
supo sintetizar su interés por la reconstrucción histórica de culturas
concretas con su obsesión por el trabajo de campo, uniendo así las
influencias de su formación alemana con el interés etnográfico-empírico de
la antropología norteamericana. De hecho, F.Boas no mostró prisa ninguna por
formular leyes generales sobre la cultura e insistía en la necesidad de
estudiar muchas culturas particulares y reunir una importante información
etnográfica antes de aventurar ninguna ley universal.
Para
el estudio detallado de una cultura intentó operar con unidades aislables
(rasgos) capaces de agruparse en complejos y patrones culturales. La
distribución de estos elementos sobre un espacio geográfico daría lugar a
la delimitación de áreas culturales y al estudio de las relaciones de los
grupos dentro de un área, lo que ya implicaba el concepto de difusión.
Por
influjo de Boas, entre otros, se desarrolló por ésta época otro episodio
importante de la historia de la antropología: el
difusionismo. Es un hecho abundantemente comprobado que las culturas de
diferentes sociedades o grupos humanos se ponen de alguna manera en contacto y
los elementos de una pueden difundirse y ser aceptados por la otra. Sin
embargo, no nos referimos aquí a este fenómeno de difusión sino a un
intento que tuvo su auge especialmente en Europa alrededor de las primeras dos
décadas del s.XX, para explicar el orígen y desarrollo de la cultura. Si los
evolucionistas del s.XIX habían elaborado un esquema organizado en estadios,
los difusionistas partían de la idea básica de que la humanidad es muy poco
inventiva y que la mayor o menor distribución de los rasgos culturales se debían
a su difusión desde unos centros determinados.
La
posición más extrema, fue la de un pequeño grupo de antropólogos británicos
asociados con la Universidad de
Manchester (Elliott Smith y W.J.Perry,
principalmente), que defendieron la hipótesis de que la civilización había
surgido en Egipto y desde allí se había difundido por el viejo mundo y América.
Los
que afirman la tesis de que la civilización se irradió por todo el mundo a
partir de la primitiva cultura de Mesopotamia como foco primigenio, son los panbabilonistas
propiamente dichos, aunque se suele designar con ese término a todo aquél
que sostiene la idea de pangénesis vinculada a un determinado lugar como
punto de partida; como quienes afirman que la India es ese principio de la
civilización irradiado hacia todas partes.
En
la antropología física y
especialmente, en el neoevolucionismo actual,
todavía se discute si el hombre surgió en Africa y a partir de ahí se
extendió por el resto del planeta o si habrían existido varios brotes o
focos geográficos en los que los primates evolucionaron hacia la especie homo,
un sólo foco de difusión o la multidifusión; inclinándose los
investigadores, mayoritariamente, hacia la teoría
de la multidifusión, pese a que los restos más antiguos se hayan
encontrado en el continente africano. Puntos aplicables tanto a la religión
como al mito.
También
en Europa se dió una escuela difusionista representada por autores alemanes y
austriacos y generalmente conocida como la Escuela
historico-cultural de Viena, cuya figura más prominente fue el padre Wilhelm
Schmidt. Concepto fundamental para estos difusionistas fue el de círculo
cultural como foco o complejo desde donde se difunden los elementos de la
cultura, los cuales pueden encontrarse con otros procedentes de otros círculos,
produciendo así una serie de posibilidades de rechazo, aceptación o mezcla
en distinto grado.
Émile
Durkheim
es uno de los padres de la Sociología y como sociólogo se definía, pero
también contribuyó notablemente al desarrollo de la antropología y al
estudio de las mitologías, junto a su discípulo Marcel
Mauss. Entre sus trabajos de investigación propiamente antropológica
destaca su libro sobre las religiones primitivas, titulado: Las
formas elementales de la vida religiosa (1912), que trata sobre el sistema
totémico australiano.
El
texto de Durkheim trata sobre las ideas y prácticas religiosas de las tribus
australianas del s.XIX que, pensaban los antropólogos de entonces, tendrían
bastantes analogías con las primeras formas religiosas practicadas por los
occidentales y los demás pueblos, al vivir en condiciones presumiblemente muy
semejantes.
Durkheim
se había ocupado durante sus años de investigación principalmente de las
sociedades del Occidente contemporáneo, es decir, fue fundamentalmente sociólogo,
ocupándose esporádicamente de temas propios de la antropología, hasta que,
en su madurez, realizó su libro sobre el totemismo, con la intención de
retrotraerse a los orígenes de las prácticas religiosas. Concebía este
estudio como fruto de la adquisición de una forma sociológica de estudiar la
religión, a la que había llegado por influencia recibida desde 1895 por Robertson
Smith.
R.Smith
había fundido las ideas de la escuela alemana y holandesa de crítica bíblica,
que sostenían la existencia de rasgos en el Pentateuco de una religión muy
primitiva de la que habría surgido la judía, con la tesis de McLennan
sobre el totemismo como religión originaria, escribiendo sus influyentes Lectures
on the Religion of the Semites (1889), que además de Durkheim, manejarán
hombres como J.Frazer o S.Freud, constituyendo un clásico en su época.
Después
de ser combatido duramente por el difusionismo, el evolucionismo antropológico
volvió a ser tomado en consideración desde 1930 en adelante, gracias al neoevolucionismo,
que crecerá influido por el materialismo
marxista de la mano de investigadores como L.White
(La ciencia de la cultura, 1949)
quien habla de una ley fundamental de
la evolución basada en la cantidad de energía de la que puede disponer
una sociedad; M.Sahlins (La
sociología del intercambio primitivo, 1965); E.R.Service
(La organización social primitiva,
1961); M.Fried (La
evolución de la sociedad política, 1967) y, Marvin
Harris (La naturaleza de las cosas
culturales, 1964), quien acuñará el término materialismo
cultural para calificar a su labor antropológica.
Cabe
mencionar también a J.Steward
dentro de los neoevolucionistas, quien, sin embargo, propone un esquema de
desarrollo que responde a un evolucionismo
multilineal, distinguiendo entre procesos evolutivos culturales de carácter
universal (como la institución del tabú del incesto) y, procesos evolutivos
que afectan a una sola área, e incluso, procesos evolutivos específicos que
afectan a una sola cultura o sociedad. En
la actualidad la idea de evolución
cultural sigue vigente entre los antropólogos pero corregida y matizada
por las objeciones de las últimas generaciones de estudiosos.
La
investigación del mito para una cultura racionalista va asociada al estudio
de las religiones. Las religiones se estudian hoy desde disciplinas diversas y
complementarias: filosofía, psicología, sociología, antropología, historia
de las religiones, lingüística y filología, etc..., que arrojan luz sobre
la oscuridad de las tradiciones dogmáticas e ideológicas. No obstante, no
faltan las investigaciones interesadamente subjetivistas que proclaman su propósito
de adaptar los hechos a unos presupuestos teológicos como punto de partida.
Tal fue el camino seguido por Teilhard de Chardin, jesuita que, tras aceptar
el evolucionismo, lo situó dentro de un plan cristológico identificándolo
con la escatología judeocristiana.
Pronto
surgirían más corrientes de investigación propiamente mitológica como la
de los Helenistas de la Escuela
de Cambridge como Jane E.Harrison,
F.Cornford (quien en 1912 publica su From
Religion to Philosophy); y G.Murray.
Cornford destacó que razón y mito no eran términos radicalmente
enfrentados, e hizo ver que la filosofía griega entroncaba con la explicación
mitológica que ofrecía Hesíodo. Ya Nietzsche y E.Rodhe habían sugerido,
con otros acentos, algunos de estos puntos.
Surge
también la Escuela simbolista.
Corriente hermenéutica de análisis simbólico, para la que el mito
es, ante todo, una intuición esencial
del mundo de lo eterno, lo divino y lo sagrado, y una forma de expresar y
comprender el mundo, distinta de la representación lógica. Jung;
Eliade; Cassirer; W.F.Otto; K.Kerényi; O.Rank; J.Campbell y G.Durand, son
los máximos representantes de esta tendencia, en la que está clara su
perspectiva religiosa, espiritualista y marcadamenete antiracionalista. La
escuela simbolista está ligada genéticamente con el
Romanticismo alemán, compartiendo con los exponentes de este último
movimiento, la idea de que en el mito se nos habla de una original concepción
del universo de un modo figurado y profundo. Concepción muy apropiada para el
teísta.
K.Kerényi
en La religión antigua nos ofrecerá
la idea de los mitologemas,
imagenes o elementos narrativos que aparecen reiteradamente en la composición
mítica; una gran idea, adoptada por variadas corrientes, que ha dado muchos
frutos a la investigación. El método de la búsqueda de constantes míticas
será llevada al delirio arbitrario por los arquetipos
de Jung, y resituada en sus justos términos, como elementos constantes
estructurales o mitemas por Lévy-Strauss.
Frente
a las teorías que ven en el mito una forma de pensar y explicar el mundo a
través de un simbolismo irreductible a la concepción lógica y científica
del hombre moderno, surge el Funcionalismo
que no trata de buscar la significación espiritual o intelectual de los
relatos tradicionales que configuran el corpus
mitológico de tal o cual pueblo, sino que insiste
en la función social que esa mitología desempeña en la vida comunitaria.
Ese es el sentido del mito según el funcionalismo: fundamentar los usos
tradicionales y las normas de convivencia, presentándoles una justificación
narrativa, avalada por la tradición y aceptada por todos. Funcionalistas son
los antropólogos B.Malinowsky;
Radcliffe-Brown y Evans-Pritchard. De acuerdo con el primero: “El mito,
tal como existe en una comunidad salvaje, o sea, en su vivida forma primitiva,
no es únicamente una narración que se cuente, sino una realidad que se vive.
No es de la naturaleza de la ficción, del modo como podemos leer hoy una
novela, sino que es una realidad viva que se cree aconteció una vez en los
tiempos más remotos y que desde entonces ha venido influyendo en el mundo y
los destinos humanos. Así, el mito es para el salvaje lo que para un
cristiano de fe ciega es el relato bíblico de la Creación, la Caída o la
Redención de Cristo en la Cruz. Del mismo modo que nuestra historia sagrada
está viva en el ritual y en nuestra moral, gobierna nuestra fe y controla
nuestra conducta, del mismo modo funciona, para el salvaje, su mito[ii]”.
También
hay filologos de linea funcionalista,
como Cl.Kluckhohn; J.Fontenrose;
T.Gaster o W.Burkert, entre
otros. Realmente funcionalismo y simbolismo no se excluyen, sino que es
posible una combinación de ambos, como ha hecho Mircea
Eliade en numerosos ensayos.
Entre
las teorías más difundidas en la actualidad encontramos el Estructuralismo.
Esta corriente se asienta sobre la noción básica de estructura. Los dioses
no se ven como figuras sueltas e independientes, sino que en su interrelación
se definen en un sistema. La mitología
recoge y resume la ideología colectiva que se expresa en un sistema
estructurado. Hay una impronta de la historia sobre el mito que se puede
rastrear.
Claude
Lévi-Strauss
fue el primero en extender el análisis estructural procedente de la lingüística
(Saussure; Trubetzkoy y Jakobson) a un campo no lingüístico: los productos
culturales (sistemas de parentesco, mitos, sistemas culturales), fundando así
la llamada Antropología estructural.
Siguiendo
a Lévi-Strauss surgirán filólogos estructuralistas como J.P.Vernant
o M.Dettienne. G.S.Kirk
recoge criticamente el estructuralismo combinándolo con el funcionalismo
y el enfoque de un historiador del mundo griego, siendo uno de los
investigadores que mayormente ha intentado recoger lo más valioso de las
distintas escuelas de investigación, procedimiento ecléctico, desde luego,
cada vez más frecuente, puesto que la mayoría los citados grandes
especialistas de hoy en día, están al corriente de las investigaciones de
otros, procurando recoger en una teoría consistente las aportaciones de las
distintas corrientes de investigación. El investigador mediocre, simplemente,
se adscribe a la teoría que mejor encaja con sus propias opiniones y
prejuicios, los verdaderos investigadores, con honestidad intelectual, no
transitan solamente por las doctrinas que personalmente les satisfacen, sino
que llevando a cabo la paciente y laboriosa labor de contrastación y
deliberación racional, elaboran su visión de los problemas a partir de todas
las aportaciones importantes sobre la materia. Procedimiento afortunadamente
cada vez más frecuente y que los especialistas que están al corriente de las
investigaciones de otros, procuran practicar.
La
geología, el psicoanálisis y el marxismo constituyen las corrientes de
pensamiento de cuya metodología adaptará Lévi-Strauss una buena parte a sus
investigaciones. Reducir lo manifiesto a un modelo o estructura que lo vuelva
inteligible (infraestructura en el marxismo; estratificación en geología;
inconsciente en psicoanálisis) serían los principios comunes de estas
disciplinas, que le aportan la idea fundamental de construir modelos de las
estructuras sociales como tarea del etnólogo, modelos que no se construyen
por vía empírica, pero que sirven para explicar el mundo empírico.
Recordemos
sólo que el primer ejemplo del método estructural, originario de los
estudios lingüísticos, aplicado a un mito griego, es de 1955. C.Lévi-Strauss
tomó entonces como ejemplo el famoso mito
de Edipo, para destacar en un análisis sus secuencias mínimas
fundamentales (los mitemas) y
destacar cómo, por debajo de la narración aparente, el mito revelaba otra
significación en su estructura profunda. El mito es, pues, un lenguaje, de
segundo orden, un tanto ambiguo, que presenta internamente un modelo lógico,
que plantea los problemas y los dilemas fundamentales de una sociedad. Para Lévi-Strauss
los mitos son expresión de una manera lógica de concebir el mundo, sólo que
es ésta una lógica centrada sobre la clasificación de lo concreto y por
tanto un tanto distinta de nuestra lógica científica centrada en los
sistemas abstractos y en la clasificación de lo general, por eso la denominó
El pensamiento salvaje (1962). Ese
mismo año vería la luz El totemismo
en la actualidad donde pondría en duda la universalidad de la religión
totémica reafirmando, sin embargo, la universalidad de la prohibición del
incesto y, por tanto, de los mitemas asociados a dicha estructura elemental
del parentesco.
Poco
se puede entender al leer la Biblia o la Biblioteca de Apolodoro sin
familiarizarse con el estudio de los mitos y con las disciplinas que los
analizan y que elaboran teorías para su comprensión.