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El feísmo como praxis política en las redes sociales
Javier Correa Román1
Introducción
El estudio de las redes sociales se ha convertido en una tarea urgente a la vista de la celeridad de los cambios que vivimos. Da la sensación, al menos a mí, que van los acontecimientos más rápidos que nuestros análisis y reflexiones. Es por eso que cualquier investigación sobre las redes sociales y sus mecanismos de acción social debe leerse desde las gafas de la urgencia. Pero hay más. No somos alienígenas que estudiamos otras especies a través de una barrera de cristal (aunque muchas veces así parecemos) sino que estamos inevitablemente unidos al contexto que estudiamos. Eso no sólo implica problemas de objetividad, que ya tenemos asumido, sino una obligación ética que nos obliga a que nuestras reflexiones se vean acompañadas de pasos a seguir. Además de entender el mundo, debemos tratar mejorarlo, si no lo intentamos, quizá es que no lo estamos entendiendo bien.
Y ¿Por qué tiene tanta importancia las redes sociales? ¿No hay problemas que urgen más? Sin duda, pero lo que dota al estudio de las redes sociales de cierto interés son dos características. La primera es la universalidad social que las atraviesa. No son parte añeja de nuestras vidas sino que nuestras vidas - desde los periódicos2, la educación superior3 hasta la manera de relacionarnos entre nosotros como el sexo4- están migrando progresivamente hasta decir que vivimos en las redes. En definitiva, estudiar las redes sociales es estudiar la propia sociedad. Con razón Manuel Castells la ha llamado la sociedad en red5.
La segunda característica es que es un fenómeno que goza de cierto status de normalidad. Muchas veces el estudio se enfoca como si de un proceso natural se tratase, obviando que es un fenómeno humano y, por tanto, inmerso en las relaciones de poder y producción de las sociedades. Para diferenciarme de otros estudios, giraré hacia una visión política de las mismas6, basándome en la idea gramsciana de hegemonía cultural por la que la cosmovisión e intereses de las clases dominantes se normaliza al resto de la sociedad7. Así, el núcleo o enfoque principal que recorre todo el artículo es que las redes sociales reproducen y reflejan estos intereses y cosmovisiones.
Por último, los objetivos fundamentales de este artículo son dos. El primero, que ya ha sido dicho, es desnormalizar las redes sociales para tratarlas como mecanismos sociales, políticos y, en definitiva, de poder, que ayudan a propagar y mantener un orden concreto. Sin embargo, como hemos dicho al principio, no se trata de entender el mundo sino de adquirir mientras, el compromiso moral de cambiarlo. Por eso durante este artículo también se presenta una praxis fruto de ese compromiso: el feísmo. Para lograr ambos objetivos se ha usado o mejor dicho, apropiado o transgredido, los paradigmas de (las) autonomía(s) del profesor Jordi Claramonte a fin de usarlos como herramientas en este proceso. Al fin y al cabo, la autonomía “es una categoría especialmente conveniente y fértil de aprehender todo tipo de procesos biológicos, psíquicos y sociales” 8. Vamos primero a ver de qué paradigmas hablamos.
2. La autonomía y los distintos paradigmas en la historia del arte
Para iniciar este recorrido he decidido transgredir los paradigmas de la historia del arte que describe Jordi Claramonte9 a través del concepto de autonomía. La idea de tal acto de vandalismo intelectual, de tal robo filosófico es acercarnos al tema de nuestro interés bajo una perspectiva totalmente nueva y original. ¿No son al final las heterodoxias las más fructíferas?
El profesor J.Claramonte distingue tres momentos en la historia del arte en torno a la autonomía del arte. El primero es de el de “autonomía ilustrada” 10 en el que parece que se descubre la Razón (con mayúsculas) que nos llevaría al progreso, según pensaban los ilustrados, y que podría llegar a conocer una Naturaleza armónica. Él lo define mejor:
“En efecto, la Ilustración impondrá y generalizará la extraña y frágil idea según la cual un gran número de entes o procesos pueden y deben ser considerados como fines en sí mismos. (...) El modelo para la “autonomía ilustrada” del arte será proporcionado, como es obvio sobre todo en las obras de Goethe y Moritz, por el pensamiento organicista articulado desde el concepto de natura naturans: el arte en la ilustración, lejos de limitarse a imitar la Naturaleza en lo que éste tiene de perfección acabada, daba ahora en imitar la naturaleza en lo que ésta tiene de germinal, en la medida en que muestra fuerzas capaces de producir estructuras autotélicas. (...) Y es sobre la base del sentido común que constituye esa doble autonomía: la del sujeto que se distancia de los intereses y la del objeto contemplado que existe y se determina por sí mismo que podemos establecer una aspiración a la universalidad del juicio estético (...)”11
Así el hombre se había descubierto como un fin en sí mismo y creía en la universalidad, o mejor dicho, en los universales. ¿Cómo no iba a ver un cuadro universalmente bello? La Naturaleza tiene el fín en sí misma pero es que el arte también. Sólo puede ser juzgado desde reglas internas que no son otras que las propias de la Estética universal. Ocurrió dos cosas. Una, que ese concepto de autonomía, que pudo llegar a ser revolucionario o disidente en la época de los grandes absolutismos, se acabó institucionalizando, vaciándose de ese carácter de lucha o rebeldía para ser la norma impuesta. Al final, con un poco de perspectiva se vió que los universales eran sobre todo universales burgueses. Valores o ideales que habían triunfado en las revoluciones de esos siglos y que ahora se proclamaban como Razón, Estética o Naturaleza aún dejando fuera a otros muchos que aún siendo humanos, parecían que no participaban de la Razón universal. Empieza entonces a surgir otro nuevo concepto de autonomía. Que el arte sea autónomo no quiere decir que se encierre en sí mismo buscando la estética universal:
“Otro tipo de autonomía, más incómoda, más ambiciosa y menos asimilable que la «ilustrada» será necesaria para que el Arte no se vea reducido a mero ornamento de buen gusto, para poder mantenerse como herramienta de exploración de nuevas posibilidades de organización formal y por ello relacional y social”12
Crece en este momento un nuevo concepto de autonomía por la que el arte no tiene que estar aislado del resto de la sociedad, sino que se involucrará en ella. El nuevo arte, busca, explota y crece bajo el signo de negatividad con respecto al anterior arte burgués. Se mira al otro, al que se había quedado fuera. Se explora el subjetivismo, la sinrazón, lo no-real, lo onírico, el surrealismo… El nuevo arte deberá ser un liberador del hombre ante la opresión del yugo alienador burgués al obrero.
“Ahora bien, pasados los momentos álgidos de acumulación de negatividad por parte de la autonomía moderna y, ya desde antes de los primeros movimientos de las vanguardias históricas, se abogó por la llegada de un momento revolucionario en que esa reserva autónoma del arte debía desbordarse para contagiar a la sociedad entera de sus capacidades creativas. Se anunciaba el fin del arte y su disolución en la vida cotidiana, que sería así transfigurada en un ejercicio de creatividad constante”13
Sin embargo ocurrió que:
“Si en algún tiempo la «autonomía moderna» había marcado la creatividad como una carga de negatividad frente a los modos de funcionamiento social normalizados y homogéneos, dicho tiempo estaba llegando a su fin. La innovación, la creatividad e incluso la disidencia eran valores que se empezaron a cotizar al alza, ocupándole así el capital sus últimas cotas de negatividad a la «autonomía moderna», cuyas proclamas y gestos buscando escandalizar se irían convirtiendo en un gesto consabido y cansino. Obviamente al capitalismo tardío ya no le molesta la diferencia: estamos en la era del consumo de masas personalizado: ya sea en la elección de yogures, de paquetes vacacionales, o de tendencias artísticas todo el mundo quiere ser diferente.”14
El arte había caído también en las garras del capital. Claro está que cualquier concepción de autonomía de este arte agarrado debe ser descartada porque siempre sirve, o en último término siempre beneficia, a la misma clase dominante. Sin embargo, el arte no podría quedar así. Al fin y al cabo el arte puede hablar “en modos que el periodismo, la argumentación, la educación, por no hablar de la política, no pueden.”15 Es por eso que J. Claramonte propone un nuevo concepto de autonomía en el arte (¿para rescatarlo?): la autonomía modal.
“En primer lugar, semejante «autonomía modal» debe ser capaz de mantener la reserva de negatividad que ha caracterizado a la «autonomía moderna»(...). La negatividad que nos interesa en la era de la «autonomía modal» es la que hace que ni el objeto ni el sujeto se plieguen a lo que el sistema del mercado espera de él (...) Queremos decir con ello que la «autonomía modal» deberá ser inseparable de un programa de expansión dirigido a extender al máximo el principio mismo de la autonomía. (...)”16
Me gusta imaginarme un arte bajo estas características como un arte que se ha expandido de sus canales tradicionales y que desde su autonomía, busca y desarrolla la misma para los integrantes de un grupo o comunidad. Un catalizador con un lenguaje único como quería Mieke Bal. Un arte emancipador que se sepa como medio para los fines más nobles. Vayamos ahora a ver como nos sirve esto para pensar las redes sociales.
3. Las redes sociales. Dos etapas.
La división de la autonomía del arte hecha por J.Claramonte puede ayudarnos, por semejanzas y diferencias, a entender otras prácticas sociales. Se avisa de que la transgresión puede chirriar, desencajar a alguno pero también se recuerda que sobretodo lo que se busca es heterodoxia como forma de abrir unilateralmente vías de entendimiento alternativas. Veremos que hay ciertos parecidos entre las principales características de las redes sociales ahora y algunas de las autonomías del arte. Sin embargo, no siempre fueron así. En un primer momento, alejados de todo foco mediático y de poder, las redes fueron de uso y disfrute mayoritariamente para jóvenes y mostraban tres características que irán perdiendo a lo largo del tiempo:
La influencia social era baja y la vida no se organizaba en torno a ellas. No proporcionaban una extensión a la vida social sin la cual esta no tuviera sentido sino que era un “extra” perfectamente prescindible. Se desarrollaban sin una supremacía con referencia a otros medios. Para comunicarse mediante chats, correos o foro, las redes sociales resultaba especialmente útiles pero no indispensables ni absolutos pues se podía vivir llamando por teléfono y enviando faxes. La influencia social era tan baja que, como dice Ana Iris Simón, los jóvenes la usaban como “mero albúm digital”17. Comparado con la nueva etapa de las redes sociales, de la que hablaremos después:
Tuenti molaba porque no tenía filtros. En ningún sentido. Era costumbrismo puro y todavía no le temíamos a la huella digital, así que subíamos fotos bebiendo, fotos fumando, fotos bebiendo y fumando y fotos bebiendo o fumando en bares porque aún se podía fumar en los bares. En Tuenti no parecíamos, como en Instagram: en Tuenti éramos.18
Con esto me gustaría dejar claro una idea: influencia social baja no es equivalente a poco conocimiento social. Tuenti era muy conocido entre todos los adolescentes en España entre 2006-2010 pero no articulaba la vida social de estos a través de sus propios términos y sus propios paradigmas. Era, como hemos dicho, un extra.
b) Eran espacios horizontales y estáticos en la dinámica social, probablemente como consecuencia de la anterior característica, en los que no primaba destacar o competir por la popularidad (no hay competencia vertical). No se tenía la concepción de que las redes fueran generadores por sí solas de lo social ni de sus características sino que se tenía una concepción plana o estática de las mismas. Ya lo hemos dicho, eran meros álbumes. Lo explica muy bien un adolescente anónimo (13):
(...)
Yo: ok 28. ¿crees que tus amigos te conocen por lo que ven y leen de ti en
Tuenti?
13: no[,] me conocen xk saben cmo soy cuando salimos no x nada relacionado
cn eso
Yo: ah! entonces lo de tuenti no es verdad?
13: amos a ver si es verda lo k sta escrito xro mis amigos me conocen xk
pasan mas tiempo cnmigo y no x lo k leen x eso lo saben xro k es verda xD
(...)19
c) Se veían como un terreno infértil para el capital. Por una mezcla de todo lo dicho (además de cierta torpeza tecnológica de los adultos) las redes sociales pasaron inadvertidas para el mercado. Eran muy pocas, y de una manera no abrumadora, las empresas que deseaban anunciar sus productos ahí. El espacio era pequeño y los espectadores eran adolescentes con pocos recursos que sólo querían hablar y compartir fotos. ¿Por qué preferirlo frente a otros medios como la televisión?
4. La nueva etapa de las redes sociales entendida a través de los conceptos de la autonomía del arte
A lo largo de los años las redes sociales se popularizaron y se produjo una verdadera invasión de ellas por parte de los adultos, el mercado y todo tipo de intereses. El espacio que describíamos anteriormente con relativa simpleza se llena ahora de complejidades y matices. Ríos de tinta, dinerales en investigaciones han intentado explicar cómo son ahora las redes sociales. En un intento por dar un punto de vista diferente y original se ha intentado ver ciertas semejanzas de las redes sociales hoy con las autonomías del arte, descritas arriba. Estas semejanzas son:
Propagación de un ideal: Al igual que en la autonomía ilustrada, ahora también se intenta hermetizar a las redes sociales mientras estas propagan un ideal en concreto. El arte es un fín en sí mismo, dirían en la Ilustración, y sólo desde él puede entenderse. Semejante argumento es usado por el pensamiento liberal hoy para justificar cualquier actuación en las redes sociales. Además, ya vimos como la autonomía ilustrada había acabado propagando ideales universales, fundamentalmente burgueses. Si antes hablábamos de Razón, Naturaleza y Arte, ahora se propagan ideales “más mundanos y mercantiles”. La felicidad no es ni más -ni tampoco menos- que hacer viajes exóticos o vivir atardeceres de ensueño. Las fotos de hoy no muestran cotidaneidad, porque de ella habrá que escapar. Las fotos hablan de otros lugares que no nos son comunes. Por otro lado, otra característica de este ideal propagado es la individualidad. Se produce un giro hacia la persona misma, que es evidenciada por el giro de la cámara en el ya archiconocido fenómeno selfie. La recompensa a quien profesa este ideal es un aluvión de likes. Quién más lo sigue más tiene y, fijense, que quien más tiene más lo sigue.
El giro al capital que también hizo sucumbir los cimientos de la autonomía moderna al comprar toda su negatividad. De la misma manera que en el arte, cualquier actividad en las redes sociales, por contestataria que sea, está generando ingresos a las mismas personas. Si en algún momento el arte o las redes sociales pudieron ser caldo de cultivo de nuevos escenarios o luchas políticas, o espacios donde se abren nuevos frentes, ahora son escaparates que son abarrotados de mercancías. Pero no sólo eso. El giro al capital ha conllevado también la transformación personal en marcas. Ahora queremos crear una marca de nosotros mismos que, cómo no, necesitará la ayuda de otras marcas. ¿Quién es alguien hoy sin un Iphone? Y si lo tienes… ¿No te das cuenta que no vale de nada si no lo compartes? Tu marca busca el éxito, y el capital acelera el éxito. O eso dicen.
La capacidad generativa de espacio social es otra de las características fundamentales que comparte con la deseable autonomía modal. Ya no hablamos de una extensión muerta donde el tiempo está parado y el mundo social esté estático. La vida social sigue ahí cuando todo el mundo se va de las calles, cuando todos los amigos se despiden. Se crean amistades, parejas, se deshacen, se enfadan, se habla, se discute, se promueve, desaparece. Quien no tenga redes sociales podemos decir que se pierde la mitad. Si un amigo cuelga algo que le ha pasado en Instagram, no esperes que te lo cuente en persona. Te lo habría contado dos veces y no querría ser pesado. Es justamente por esta característica por lo que los otros puntos cobran tanta relevancia. El capital y los valores dominantes descansan, duermen, dominan, manejan, alimentan y nutren, un espacio poderosísimo de generación social.
5. Hacia una praxis política
De la misma manera que hizo J.Claramonte para el arte, aquí se busca una autonomía para las redes sociales que escape a los interes de un grupo o a los intereses del grupo del capital. A raíz de los características expuestas en esta última etapa el nuevo paradigma de las redes sociales que buscamos “será tanto más revulsivo políticamente cuanto más autónomo respecto del invasivo principio de realidad del capitalismo cultural”20. Esta autonomía se perseguirá a través de la práctica política que hemos llamado el feísmo. Veamos cómo afectaría a lo que ya hemos comentado sobre las redes sociales.
Empezando por la propagación de un ideal, una praxis política debe darse cuenta de que lo que sea que está publicando, está alimentando -en la mayoría de los casos- la máquina de normatividad y valores que sostiene (a) una clase en la dinámica social. El espacio generador de normatividad es tan fuerte que quien pretenda cambiar de campo o luchar en otros lugares está perdiendo la mitad de la guerra ya. Es por eso que el feísmo debe propagar otro tipo de normalidad. La práctica feísta (para no acudir a fea) promueve espacios, fotos, vídeos donde las personas no salen arregladas, ni posando, ni guapas. Mucho menos en espacios paradisíacos. Una práctica feísta intenta devolver a la cotidianeidad al trono de la normalidad. ¿Te apetece subir la foto de tu desayuno? No hace falta que vayas a ningún sitio, haz foto a tu taza rota y manchada. A la que ves todos los días. Sí, a esa. No hace falta que tapes tu cocina, es la tuya y vives ahí es parte natural del café y el café es parte natural de ella. El feísmo es la práctica de la cotidianeidad, es la práctica de la reconquista de la normalidad.
Esta praxis política no parte, y de hecho no debe hacerlo, de una idea de lucha de clases. Debe entenderse más como una práctica transversal que opere desde abajo hacia arriba21 porque la normalidad es heterogénea, no dada, no construida, y nunca de nadie. Es, al fin y al cabo, de los pocos caminos que parecemos ver para salir de esta sociedad del espectáculo.
Una práctica feísta, seguimos deduciendo, tiene la obligación y la suerte de salir gratis. Es el ideal promovido el que cuesta dinero. Es el que venden. El resto son gratis. Son todas las cosas que cuestan dinero las que priman en las redes sociales pero el resto, no. ¿Te ha sangrado la boca al lavarte los dientes? Pues hazle una foto y nos lo cuentas. Ya pero, dirás, eso no le importa nadie. Tu nueva camiseta comprada que subes ahora tampoco. No se trata de que le guste a la gente lo que hacemos. No se trata de recibir likes. la práctica feísta desprecia los likes. Da likes de manera indiscriminada, aleatoria. No espera likes. Cuanto menos likes tiene, más fotos sube. Es un empoderamiento personal para subir lo que se quiera a pesar de la gente. Se trata más bien de atorar el ordenamiento casi mágico que parecen tener las redes sociales. Se trata de asaltarlas para luego construir otras nuevas y mejores. Quizá esas sí, al servicio de la gente.
6. Bibliografía
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NOTAS
1 Estudiante de Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, España. jcorrearoman@gmail.com
2 Castellanos Díaz, Juliana, DE LO IMPRESO A LO DIGITAL LA MIGRACIÓN DE LOS PERIÓDICOS IMPRESOS DE AMÉRICA LATINA A LOS ENTORNOS DIGITALES. Razón y Palabra [en linea] 2011, 16 (Agosto-Octubre) Disponible en:<http://150-8.redalyc.org/articulo.oa?id=199520010063>
3 Gómez Galán, José. "El fenómeno MOOC y la universalidad de la cultura: las nuevas fronteras de la educación superior." Profesorado . revista de currículum y formación del profesorado VOL.18,Nº1 (2014). Disponible en: http://repositorio.minedu.gob.pe/bitstream/handle/123456789/3149/El%20fen%C3%B3meno%20MOOC%20y%20la%20universalidad%20de%20la%20cultura%20las%20nuevas%20fronteras%20de%20la%20educaci%C3%B3n%20superior.pdf?sequence=1&isAllowed=y
4 JAMES, Jessica L. Mobile dating in the digital age: Computer-mediated communication and relationship building on tinder. Tesis Doctoral. 2015
5 Castells, Manuel. La sociedad red: una visión global. Madrid: Alianza Editorial, 2016
6 Al fin y al cabo: “Todo es político, también la filosofía o las filosofías”. En Gramsci, A. EL materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Juan Pablos, Editor, México 1975, p. 32.
7 Para profundizar en esta idea véase: Mouffe, C. “Hegemonía e ideología en Gramsci” en Antonio Gramsci y la realidad colombiana, Bogotá, Foro Nacional, (1991) pp 167-227
8 Claramonte, J. Estética modal. Madrid: Tecnos (2016) p.15
9 Claramonte, J. La república de los fines. Contribución a una crítica de la autonomía del arte y la sensibilidad. Vol. 29. Madrid: Cendeac, 2011.
10 Claramonte, J. La República… op.cit pag 34
11 Claramonte, Jordi. "Autonomía Ilustarda." Jordi Claramonte. Escritos Inéditos. N.p., 2017. Web: http://jordiclaramonte.blogspot.com.es/2008/10/autonomia-ilustrada_09.html
12 Claramonte, J. La República… op.cit pag 109
13 Íbid pag. 180
14 Íbid pag. 181
15 Bal, Mieke. "Arte para lo político." Estudios visuales 7.2010 (2010): 40-65. p 46
16 Claramonte, J. La República… op.cit pag 183-186
17 Iris Simón, A.”Hasta siempre Tuenti”. Vice. (2017) extraído de https://www.vice.com/es/article/4338zd/tuenti-redes-sociales-facebook-huella-digital-nostalgia
18 Íbid.
19 Dans Álvarez de Sotomayor, Isabel. Estilo de vida de los adolescentes en la red social Tuenti. UNED: Madrid. (2011) p.136
20 Claramonte, J. La República… op.cit pag 189
21 Bebiendo más de los nuevos análisis de la izquierda post-marxista que del clásico marxismo ortodoxo. Ver por ejemplo: Errejón, Íñigo, and Chantal Mouffe. Construir pueblo: hegemonía y radicalización de la democracia. Icaria, 2015.