FILOSOFÍA VS. SOFÍSTICA: EL PENSAMIENTO DE PLATÓN
Óscar Sánchez Vadillo
Marco Histórico: desarrollo de las polis ateniense en el s.V a.C.
Las ciudades (polis, poleis) de la Grecia Clásica eran independientes y soberanas, en analogía con un país moderno, pero en mucho más reducidas dimensiones –tales que, según recomendación de Aristóteles, toda su población tiene que poder ser recorrida de un solo vistazo desde un punto no muy alto. En ellas encontramos varias clases de habitantes:
· Esclavos (páis): generalmente originarios de guerras anteriores, y luego convertidos en propiedad desde el nacimiento de ciudadanos libres (polités). Teóricamente, hay leyes que los protegen de los abusos de sus amos -Platón mismo lo testimonia en un diálogo-, puesto que se les trata como a niños. Hay aproximadamente 10 veces más esclavos que polités por ejemplo en Atenas, lo cual explica la amplia disponibilidad de estos últimos para los asuntos públicos. Hasta el triunfo del cristianismo no se pondrá en duda esta institución –excepción hecha de Espartaco.
· Polités: Comienzan siendo efebos, chicos de 18 a 21 años, que estaban siempre al lado de un señor maduro que les enseñaba las cosas de la guerra y de la política, y a cambio aquellos le proporcionaban su belleza y su ingenuidad. El amor entre hombres era normal debido a la creencia de que la virtud (areté) recaía únicamente en la virilidad (andreía) -aún así, el acostarse con jovencitos era considerado prostitución (porné). Una vez crecido, todo ciudadano libre tiene derecho a desempeñar los más altos cargos políticos al margen de su fortuna y nacimiento.
· Metecos: extranjeros de habla y ámbito geográfico-histórico griegos sin derecho a participación política ni propiedad privada. Ejs.: Anaxágoras o Aristóteles entre los filósofos.
Entre unas poleis y otras solía haber frecuentes guerras, por lo que no se podía hablar de Grecia como una unión nacional. No obstante, los griegos al menos tenían en común que:
1) En todas las poleis se hablaba griego, y al que no lo hablaba se le consideraba un animal y un bárbaro (de “bar, bar, bar”). “Grecia” es el término que usaban los romanos a partir de un pequeño pueblo, pues ellos a sí mismos se autodenominaban -y todavía hoy- “helenos”.
2) Todo griego es educado a través de la obra de Homero, presunto autor de “La Ilíada” y “La Odisea” (s. VIII a.C.), y que aleccionaba sobre toda conducta posible mundana o religiosa.
3) Durante las Olimpiadas se suspendían todas las guerras y conflictos y cada 4 años se reunían todos los grecoparlantes. Con el final de los Juegos Olímpicos acaba el Mundo Antiguo.
4) Los oráculos. Todos los griegos confiaban en el oráculo, sobre todo en el de Delfos.
En los primeros 15 años del s. V a.C. se produce una serie de reformas graduales que convierten al régimen ateniense definitivamente en una democracia, consistente en la igualdad entre clases ante la ley (isonomía). Es una democracia real o directa, porque puede participar todo el mundo en la Asamblea o ekklesía (poder legislativo), sin superiores que les influyan, aunque sólo pueden ingresar hombres libres. A esta Asamblea pueden presentarse cualquiera de los 40.000 ciudadanos, pero es complicado que cada uno dé su opinión, y así se forman partidos a favor de unos u otros hombres destacados –no “partido” en el sentido actual. Por debajo, y de menor importancia, estaban las instituciones del Consejo (poder ejecutivo) formado por 500 miembros, es decir, 50 representantes de cada uno de los 10 barrios de Atenas, elegidos por sorteo y con una duración limitada en el cargo; y el Tribunal (poder judicial), formado también por 500 miembros, asimismo seleccionados por sorteo, que se ocupaba de juzgar delitos y pleitos.
Las guerras médicas: Consisten en el avance del inmerso ejército persa, que como ya no podía expandirse hacia el Este, decidió marchar hacia al Oeste, donde trata de invadir Grecia. Tras tres ataques persas, Grecia vence, mayormente gracias al poderío marítimo de los atenienses, y éstos achacan la victoria a las bondades políticas del nuevo sistema democrático.
De esta manera, más o menos en el 485 a.C., los atenienses piensan que el concepto de humanidad está en sus manos debido a los recientes sucesos, pues creen haber dado con el sistema perfecto. A partir de aquí se produce durante 60 años uno de los períodos de mayor esplendor en todos los aspectos de la historia occidental. Tal período es conocido como el “Siglo de Perícles”, por la figura del estadista que lo representó durante décadas. De esta época se pueden destacar la arquitectura del Partenón, la escultura de los Fidias o Polícleto (o el “El discóbolo” de Mirón), la escritura de los historiadores Herodoto y Tucídides, y la puesta en escena de los grandes dramaturgos. Por todos estos logros se piensa que Delfos es el ombligo (omphalos) del Mundo. Este período de esplendor acaba con las Guerras del Peloponeso, que enfrentan a Esparta contra Atenas, y que los espartanos terminan ganando. Entonces, en Atenas algunos piensan que la derrota fue debida a los excesos de la democracia, frente al orden rígido y austero de Esparta. La falta de disciplina ateniense, según se cree, es debida a la organización democrática, y se plantea un cambio motivado por las reflexiones de personajes como Platón. El propio Platón, que ha vivido en su juventud las Guerras del Peloponeso, es profundamente anti-democrático, incluso por ascendiente familiar, debido a que su tío fue uno de “los 30 Tiranos (líderes de oportunidad, no necesariamente déspotas…)” que dieron el 2º golpe de estado en Atenas, y que tuvo el propósito de mejorar la situación crítica en las Guerras del Peloponeso.
Marco Sociocultural: Clasicismo e Ilustración
· Clasicismo: forma de hacer uso de las artes y las ciencias de una forma canónica y proporcionada, es decir, en su dimensión adecuada y considerada natural. Por tanto, “clásico” significa aquella medida (metrón) válida tanto para el hombre como para la naturaleza. Por el contrario, en la Edad Media la naturaleza era temida y demonizada, pues simbolizaba el peligro, la tentación y la imperfección. Y, después, en general, una Naturaleza cada vez más sometida al yugo humano ha generado entre poetas, filósofos y artistas en Europa una nostalgia por el pasado griego. La añoranza ha partido de la suposición de que el hombre griego creía ser capaz de acrisolar la naturaleza (phýsis) en obras (ergón) y crear una armonía hombre-naturaleza en la que se expresaba el absoluto de una forma finita. Por consiguiente, “clásico”, en su sentido propio, es un adjetivo referente sobre todo a las culturas griega y romana ya en su propio tiempo.
· Ilustracion: categoría historiográfica que se repite a menudo en la historia. Hay una, la más célebre, en el s. XVIII europeo, pero grosso modo es un tipo de época en la que se piensa que por fin la cultura se ha llenado de luz frente a las tinieblas de la ignorancia y la superstición previas. En Grecia también se produjo una ilustración con la democracia, dejando atrás lo que entendían como la oscuridad de la Grecia Arcaica. La Ilustración está relacionada estrechamente con la Sofística en el sentido de que una serie de especialistas italianos en abogacía llegan a Grecia en el s.VI a.C. (época de Parménides) asegurando dominar el arte de la elocuencia, clave para triunfar en los juicios y las asambleas, y de ser capaces de dominar con destreza cualquier materia (Polimatía) –ya he mencionado que la política básica de Platón es anti-sofista, e intenta crear un instrumento que derrote a los sofistas, y por lo tanto a la democracia, que será precisamente la Filosofía. Los sofistas (de sophos = sabio), además, vienen a Atenas para ofrecerse como educadores de adultos, con el objeto expreso de cubrir la necesidad de aprendizaje que tienen los hombres cuando dejan de ser niños. Así, los sofistas se hacen de oro, cobrando muy caras sus clases particulares, pues aseguran poder convertir a sus alumnos en hombres prominentes de la ciudad. Los más famosos hoy son Gorgias y Protágoras, a los que Platón consideraba -por lo menos al segundo- como grandes pensadores, aunque equivocados. El lema de los peores sofistas (aquellos contra los que arremete Platón) era que el mejor orador es aquel capaz de convencer de un argumento, y acto seguido convencer del argumento contrario, así como el que es capaz de enseñar a alguien a defender el argumento más débil o aplastar el argumento contrario más fuerte. La Ilustración implica que todo es público y no hay prohibiciones de expresión o pensamiento, porque se supone que todo individuo tiene acceso a la educación. Incluso Homero (maestro por antonomasia de la helenidad) es cuestionado por los sofistas, siendo el suyo un movimiento que lo somete todo al criterio del razonamiento humano. En resumen, todo es objeto de discusión, para ellos, porque un buen y persuasivo argumento puede hacerlo todo real.
Marco Religioso: Teología de los Dioses Buenos o “Cívicos”
· En este momento los habitantes de Atenas carecen de ortodoxia religiosa y de clase sacerdotal, pues no tienen porqué creer en nada excepto en la religión de su propia ciudad, es decir, en la diosa Atenea en el caso de Atenas, en cuyas fiestas todos participan. En este momento se tiene como benéficos y protectores a los dioses, a diferencia de la Grecia Arcaica, en la que se les tenía como dioses volubles y amorales que utilizaban su gran poder a su antojo (p.e., para matar expresamente a los grandes héroes y semi-dioses arcaicos en la guerra de Troya).
Influencias sobre Platón
· Platón nace de familia noble y rica (Aristocracia = gobierno de los mejores). Realmente se llama Aristócles, pero Sócrates le pone el mote de “Platón” una vez ya mayor en el gimnasio –al que todos acudían diariamente- debido a su anchura de espaldas (“platón” = ancho de espaldas).
· Su primera influencia directa fue CRITIAS, su tío. Fue uno de “los 30 Tiranos” que dieron el golpe de estado en Atenas, como se ha dicho, y era antidemocráta y escritor de teatro.
· A Platón, como tiene la vida prácticamente solucionada, se le ocurre entonces ser autor de teatro, lo cual sin duda le ayuda a coger técnica para sus futuros textos. Sin embargo, parece que el trato con Sócrates le disuadió de cualquier otra ocupación que no fuese la filosofía.
· A los 21 años tiene su primer maestro de filosofía: CRÁTILO, discípulo de Heráclito, al que luego dedica un diálogo. El pensamiento más importante que aprende de él es el de que “nadie se puede bañar dos veces en el mismo río”, porque todo está en constante fluencia y ambos varían con el paso del tiempo (hombre y río). Con ello se convence de la movilidad de todo lo sensible, y la imposibilidad de capturar ideas fijas en el mundo material. Por esto mismo, según la leyenda Crátilo se volvió radical, pues al pensar que entonces ya no se podrían poner nombres seguros y confiables a los objetos, acabó por actuar como un loco tocando el tambor para comunicarse. Platón le abandona, pero se queda para siempre con sus enseñanzas, y poco después conoce a SÓCRATES, del que fue discípulo (como tantos otros) al menos 7 años.
Sócrates
· Era ágrafo (no escribía), pero se le conoce por testimonios de su entorno. Es considerado un personaje ambiguo, como Jesucristo. Se cuenta que Platón iba un buen día por la calle, y Sócrates le paró con su bastón y le preguntó que si sabía dónde se compraba la fruta. Platón le indicó el mercado, y a continuación Sócrates le preguntó si sabía dónde se forjaban los hombres buenos. Ante esto, Platón no pudo responder nada, y entonces Sócrates le incito a seguirle.
· Sócrates no se dedica a nada más que a callejear y hablar a la gente, aunque en su gloriosa juventud batalló en las Guerras del Peloponeso comportándose como un auténtico héroe. Sócrates intenta convencer a sus conciudadanos de que no saben nada esencial, es decir, va más allá o más acá de las enseñanzas de los sofistas. Para Sócrates el único mundo que importaba es Atenas. La diferencia de que se precia Sócrates respecto de los sofistas es que él lleva a cabo su actividad gratis, para cualquier individuo, en la misma calle, sin horas fijas, etc.
· Según Aristóteles, Sócrates aporta la técnica de las definiciones: Sócrates le dice, por ejemplo, a un pintor que no sabe lo que es pintar, no porque no sepa hacerlo, sino porque no sabe definir el acto de pintar. Sócrates siempre terminaba interrogando: TI ESTI…X? (¿QUÉ ES…X?), buscando la esencia intemporal de ese X. Sócrates pregunta a los demás sobre una definición, y cuando el individuo responde, Sócrates destruye la definición del otro mediante inteligentes o sinuosos argumentos, pero sin dar nunca una definición propia. De esta manera, Sócrates se ganó muchos enemigos entre los nobles, hecho por lo que en algunas ocasiones se ganó considerables palizas. Sócrates se tomaba esto con paciencia, argumentado que era como indignarse por la coz de un burro –prefigurando la actitud cínica posterior de un Diógenes de Sinope.
· Muchos de sus enemigos comenzaron lentamente a conspirar contra él, pero también surgieron grandes seguidores como JENOFONTE, escritor y militar filoespartano que dejó testimonio de él de forma seguramente más realista que Platón; ALCIBIADES, joven promesa de la época por su inteligencia y belleza que acabó corrompido y odiado (como no le concedieron los honores que pedía, se fue a intrigar con los espartanos, pero a la larga estos le trataron mal por haber sido un traidor, y entonces se fue con los persas…); y el mismo CRITIAS, tío de Platón ya aludido, y sospechoso de golpista tras la restauración democrática, amen de muchos otros.
· Todo esto quedó reflejado en el teatro, que todo ateniense veía. A los 50 años, Sócrates apareció en una obra llamada “Las Nubes” del comediógrafo Aristófanes. Se llamaba así porque Aristófanes sacaba a Sócrates en una cesta junto a las nubes preguntándose por la composición del universo. Esta obra hizo a la gente creer que Sócrates y todos los filósofos estaban locos y eran raros, lo cual explicaba su comportamiento diario (y, lo que es peor, su influencia en el poder). Parece que el propio Sócrates no se sintió ofendido, porque realmente la obra le divertía. Pero aclaraba que realmente sólo se preocupaba de lo que estaba encima del suelo y debajo del cielo, o sea, de la justicia en la ciudad, y preguntaba a la gente sobre eso, por lo que no entendía que le llamasen loco en ese preciso sentido –el de los llamados presocráticos o phisiologoi.
· Mas lo cierto es que, como se escribió en el s. XIX, con Sócrates se imprime un Giro Antropológico en la filosofía basado en dejar de lado la física (“Las nubes”…) y centrarse en lo humano, que es lo que hicieron Sócrates y a su manera y en mayor medida los sofistas.
· Platón cuenta de Sócrates que además del método de las cuestiones y del Giro Antropológico, practicaba la ironía (disimulo, en griego). Decía: yo sólo sé que no sé nada, y utilizaba esta frase para destruir tesis ajenas sin crear las suyas propias. En los diálogos platónicos, el nombre de Sócrates no aparece en el título, porque está presente en todos, sino que cada diálogo se llama por el nombre del personaje con el que Sócrates discute en cada ocasión.
· Por último, Platón le atribuye la facultad de la Mayeútica, es decir, el arte de la comadrona, en este caso para dar a luz ideas en los demás, nunca en sí mismo. Sócrates dice ser hijo de un escultor, lo cual le atrae muy de vez en cuando, y de una comadrona, y esto da razón para él del origen de su vocación de “despertador” público de conciencias ajenas.
Todo esto es lo que hizo en conjunto Sócrates, significando para la cultura posterior el modelo ideal de sabio y hombre justo hasta el advenimiento de Jesús –pero éste es declarado Dios mismo encarnado en el Concilio de Nicea. En el futuro, muchos renacentistas humanistas veneran a Sócrates como “San Sócrates”, como hiciera Erasmo de Rotterdam. Pero, en su tiempo, lo cierto es que a la mayoría de la gente le enfadaba que Sócrates se revistiese de la túnica de sabio, y que tuviese tantos amigos en la aristocracia, porque era un personaje extraño que iba descalzo y sucio, haciendo siempre cosas extrañas a sus ojos. Digamos que le admiraban y temían a la vez…
· Finalmente, ya con 70 años, Sócrates es llamado a juicio acusado por Anito (político importante), Meleto (poeta negado) y Licón (orador sofista), que, haciendo uso del derecho de ciudadanía, le acusan de dos delitos: corrupción a los jóvenes (varios de sus seguidores acabaron descarriados) e impiedad (asebeia, atacar a los dioses de la ciudad y difundir el ateísmo). Conocemos los detalles del juicio de Sócrates por el testimonio de Platón (un testimonio parcial a favor de su maestro) en su escrito inaugural Apología de Sócrates (apología en griego es la defensa que un hombre hace de sí mismo en un juicio). Ésta se hace por escrito por parte del abogado, o por el propio acusado. Sin embargo, Sócrates no la escribió, sino que sólo la dijo. Cualquier ciudadano podía acusar a otro de forma más o menos fundamentada, pero el acusador se la jugaba porque si se demostraba que la acusación era falsa, la pena se volvía contra él.
· En el juicio se reúnen 500 jueces, de cuya votación depende el veredicto. El acto se divide en dos partes: en la primera se decide si el acusado es inocente o culpable, y en la segunda se decide la pena que se le impondrá caso de ser encontrado culpable. Sócrates se defendió mal, y de forma arrogante, y aunque Platón lo llamó “sinceridad”, realmente fue un suicidio velado, si hay que creer a Nietzsche. En su primera parte cuenta una historia de sí mismo, diciendo que tiene un daimon (geniecillo), que le indica lo que puede y lo que no puede hacer, y que Delfos le ha designado como el más sabio de los hombres. En consecuencia, la primera votación le señala culpable por su comportamiento arrogante, lo cual provoca las críticas de los indignados alumnos de Sócrates. En la segunda votación, sus acusadores piden la muerte, aunque realmente todos saben que simplemente aspiran al destierro. Ante esto, Sócrates se pone más intransigente aún. Dice que no pagará ninguna multa porque no tiene dinero, que no irá a la cárcel porque es un hombre justo, y que no será desterrado porque no concibe vida fuera de Atenas. Por si fuera poco, Sócrates añade que por sus servicios a la ciudad cree merecer incluso vivir en el Pritaneo, una especie de residencia para grandes e ilustres personajes donde se les mantiene de por vida a costa del estado. Es el colmo: los jueces se echan las manos a la cabeza…
· Con esto consigue lo que parecía imposible: la pena de muerte (aunque por ajustados votos). Por esto, como digo, según Nietzsche, Sócrates es un suicida y un mártir deliberado del bien y la justicia. Hay otros dos diálogos dedicados a la muerte de Sócrates, que son y Critón y Fedón. En ellos se cuenta cómo sus amigos van a verle a la cárcel. En el Critón, los amigos de Sócrates sobornan al carcelero, y le preparan una huida fácil, pero Sócrates se niega a incumplir las leyes de Atenas, aunque estén equivocadas. Según él, hay que cumplir la ley, sea justa o injusta –es justo que haya leyes, aunque éstas sean injustas. Platón cuenta en el segundo texto sobre la supuesta defensa de la inmortalidad del alma realizada con gran serenidad por parte de Sócrates el último día de su vida. Al final del Fedón, Sócrates toma al fin la cicuta, y dice sus últimas palabras y misteriosas palabras: “Critón, debemos un gallo a sacrificar a Esculapios” (dios pre-científico de la medicina) –el gallo es símbolo de la esperanza en la resurrección.
Vida de Platón
· En el 399 a.C., por tanto, comienza el “Período Post-Socrático” de Platón. Ante el horror de la muerte de su maestro, y para poner tierra de por medio por sus vinculaciones con el condenado, Platón abandona Atenas iniciando un viaje de formación de 7 años que le lleva por diversos territorios donde, según parece (no se conoce mucho su viaje), va a visitar Centros Religiosos Esotéricos -centros de enseñanza para los iniciados; por el contrario, las enseñanzas religiosas exotéricas son aquellas (como la Religión Olímpica) abiertas a todo el mundo.
· Visitó países como Egipto y Mesopotamia, de cultura anterior a Grecia, y ante todo se infundió de pitagorismo. A la vuelta, Platón ya tiene unos 30 años, y tiene claro por fin lo que quiere hacer en la vida. Además se ve enriquecido por la herencia de su padre, y adquiere el gimnasio público y algunas viviendas aledañas del bosque consagrado al semi-dios Academos en las afueras de Atenas, en los que abre una escuela libre y gratuita a la que llama Academia (en su pórtico reza la famosa leyenda: “Nadie entre aquí que no sepa geometría). Simultáneamente, el sofista moderado Isocrátes abre la suya de sofística en el interior de la misma Atenas.
· Las enseñanzas en la Academia tienen un cierto nimbo de purificación religiosa. En la Academia se impartían distintas ramas teóricas, impartidas por Platón y sus alumnos más avanzados. Lo último que se aprende en la Academia es la “Dialéctica”, es decir, la forma que Platón da a la técnica de la palabra cuando esta busca la verdad y no la persuasión. La Academia no fue más célebre que la escuela isocrática; si Platón ha sido elevado hasta las estrellas, ha sido en parte a la gran cantidad de ideas que el cristianismo ha tomado posteriormente de él.
· Una vez fundada la Academia, para competir con la sofística Platón se pone a escribir “diálogos”, una nueva forma literaria correspondiente a su pensamiento filosófico de cara al exterior, y que pueden ser divididos en tres grandes etapas creativas y especulativas:
· En los primeros, como el propio Apología de Sócrates, Platón hace tentativas, pero se muestra indeciso y probando su propio estilo. A estos primeros diálogos se les llama diálogos “Aporéticos o de juventud”, y tratan de un tema determinado entre varios personajes que finaliza sin salida o solución determinada. Algunos críticos distinguen entre los más tempranos y algunos posteriores, en los que ya se apuntan algunas soluciones (pero que igualmente acaban irresolutos, sin salida: eso es lo que significa precisamente a-poros) a los que denominan “de transición”.
· El segundo grupo de diálogos son los “Diálogos de Madurez”, y se diferencian en que estos establecen ya el “sistema de las ideas”–la filosofía teórica y práctica de Platón, en la que cree superar e integrar todas las dificultades de las filosofías anteriores desde la perspectiva socrática. Entre los diálogos de madurez y los de vejez tienen lugar 3 episodios biográficos de importancia tal que lo cambian todo: Platón tuvo, en efecto, hasta 3 oportunidades de poner en práctica sus ideas políticas no-democráticas gracias a la invitación de un gobernante de la época.
· 1º Viaje: Platón deja la Academia, llamado por el Rey Dionisio I de Siracusa, en la isla de Sicilia, para ser su asesor regio, pero finalmente el Rey acaba hartándose de su rigidez (le dificulta darse la buena vida propia de un rey), y lo vende como esclavo, que es lo más humillante que le puede ocurrir a un griego libre). Un pitagórico le compra, y lo devuelve a chasqueado a Atenas.
· 2º Viaje: lo que cambia del anterior es que Dionisio I muere, y le sucede su hijo Dionisio II, aparentemente más influenciable por más joven. Pero al cabo, a Platón le vuelve a ocurrir lo mismo, con la única ventaja de que conoce al Primer ministro del rey: Dión, un hombre de buen carácter y decidida honestidad que concuerda con el filósofo y que termina siendo su amante.
· 3º Viaje: se realiza gracias a Dión, que ha dado a un golpe de estado que derroca a Dionisio II, y en la ciudad se imponen las medidas platónicas de rectitud y del estado ideal platónico formuladas en el gran diálogo “La República” (Politeia). Sin embargo, los militares, viéndose relegados, se sublevan y lo echan. A la vuelta (con Dión) del último viaje de Siracusa, comienza a hacer discursos mucho más escépticos, llamados Diálogos de Vejez o Senectud.
· Los terceros diálogos son, pues, los “Diálogos de Senectud”. A su vuelta, Platón siente que toda su filosofía fracasa en su destino: la política, y la pone sistemáticamente en cuestión. De este modo, comienza a escribir a escribir complejos diálogos problematizándose a sí mismo, en los que pone en escena a interlocutores ilustres pero anacrónicos (ej: Parménides) que revisan sus planteamientos, hasta que escribe el más amargo, último y extenso de sus diálogos, “Las Leyes” en contraposición a “La República”, su diálogo político primero y más entusiasta.
· Platón muere a los 80 años, solitario por la muerte anterior de Dión. Lo último que cabe decir es que apenas sabemos nada de Platón en sus últimos años porque llevó a cabo una deriva pitagorizante, es decir, agudizó sus ideas pitagóricas en matemáticas, relacionándolas con el Bien cósmico, político y moral –tales distinciones, como veremos después, apenas tiene sentido en la Grecia antigua. El legado inmediato de Platón es, sobre todo, Aristóteles, alumno de la Academia (que como institución dura hasta el s.VI d.C.). La Academia, sin Platón, se tornó escéptica -o sea: es imposible saber nada del Mundo, las exigencias de las “ideas” no se cumplen en la realidad. Los diálogos esotéricos de Platón (no los protocolos de sus lecciones en la Academia) se conservan todos -incluso los apócrifos- gracias a su adopción posterior por parte del cristianismo.
Filosofía de Platón
· Los “Diálogos Aporéticos” (primeros), El hilo conductor suele ser tratar acerca de la virtud, preguntándose: ¿Es transmisible la virtud? La virtud en griego es areté, y no significa lo mismo para Sócrates que para los sofistas y el resto de los griegos. Para todos ellos, significa “excelencia” en términos de fuerza, belleza y eficacia de algo para cumplir su función (por tanto, sin connotaciones morales), y es utilizada para los héroes homéricos, así como para cualquier objeto, artefacto o animal que realice de modo insuperable su papel. En cambio, para Sócrates (y después para el cristianismo), la virtud es sinónimo de “honradez”, “justicia” y “veracidad”, es decir, la decisión voluntaria de adecuarse al carácter bueno, justo y verdadero que se presupone a la naturaleza. Así, al principio de cada diálogo se debate si la areté es transmisible, es decir, si la excelencia es objeto de aprendizaje, como aseguran los sofistas. Platón se pregunta si una manera de ser honrada, sacrificada y justa como la que demostró Sócrates puede ser inculcada por un precio. De ahí que el segundo tema sea el conocimiento. Para Platón, como para Sócrates, el conocimiento está ligado íntimamente a la virtud, y el conocimiento a su vez es Anámnesis (rememoración), lo cual consiste en recordar algo que ya necesariamente sabíamos. Nuestras ideas más exactas -es decir, alejadas de la mera opinión (doxa)- ya nos vienen dadas en el alma (psyché) con el nacimiento. Por tanto, el conocimiento no es transmisible como si se tratase de algo externo, porque consiste en no otra cosa que en despertar lo que ya estaba dentro de nosotros. En Menón, por ejemplo, Sócrates, a base de preguntar (mayeútica) al esclavo sin instrucción sobre una pizarra, consigue -o eso dice- despertar el conocimiento en él.
· En aquel diálogo, Sócrates le reprochaba a Menón que no sabía definir la virtud, según sus palabras. Esta búsqueda de la definición se debe a que Sócrates piensa que son necesarios los conceptos para que el mundo sea más ajustado a razón. Por eso englobamos las cosas en conceptos, lo cual para Platón es la esencia (ousía), pues según él, el concepto ofrece mejor una realidad particular que esa misma realidad en tanto sensible. Por ejemplo: todos los de la clase nos englobamos en el concepto “seres humanos”, entre otros, y este concepto nos define mejor que nuestras diferencias individuales. Esta es la esencia según Sócrates (el “Sócrates” de Platón), y es la base de la ciencia –sólo hay ciencia de lo general o con apoyo en lo general.
· Aunque despiece la realidad, con la definición se puede empezar a hacer ciencia sin consideración a la diversidad real. Esta es la base de la ciencia occidental, y es por lo que a la postre la cultura occidental está muy avanzada tecnológicamente y domina a los otros pueblos. Es decir, esa ciencia es el conocimiento del ser (lo perfecto, inmutable, modélico, inteligible), y es por lo que se pregunta siempre: por la definición, la esencia, el concepto, el ser…de lo que sea.
(En el futuro pensadores como Nietzsche reprocharán a Platón que la definición no es más que un fantasma mental que no está vivo ni es real, de modo que no puede de ningún modo sustituir el mundo concreto. La ciencia misma quedará en entredicho como conocimiento puro para pasar a ser entendida como artificio práctico de generación de poder sobre el hombre y la naturaleza. La “esencia” para Nietzsche es una mentira útil para la domesticación del entorno).
· Mas, volviendo a la anámnesis, tal concepción dura al menos dos diálogos más: primero, en el Fedro, con un contenido más mitológico e popular. Según éste, la razón por la que los hombres ya poseemos todo el conocimiento válido y sólo necesitamos recordarlo es porque antes de nacer ya existíamos en forma de almas aladas inmortales. Estas almas volaban en círculo a través la eternidad hasta caer en un cuerpo. La cota máxima de su vuelo era un lugar más allá del cielo -topos hiperouranós- donde divisaban claramente -aunque por un instante- las ideas. Y, segundo, en el Fedón, que seguramente se escribió después, y donde se repite sin alteraciones esta idea como prueba de la capacidad de desligarse del alma respecto del cuerpo.
Teoría de las Ideas (Ontología)
· El vocablo “idea” viene del griego eidos/eide (aquello que se manifiesta únicamente a la visión, en su acepción original). A veces es confundida con otra acepción de “idea”, la relacionada con un pensamiento abstracto del ser humano, que es secundaria para Platón. La captación racional de la idea es el methodón (“camino”: que el pensamiento, en reflexión consigo mismo, tiene un camino no cualquiera, unos pasos contados que repetir en cada caso para dirigirse a la verdad; la necesidad del método es aportación del pitagorismo) propio de la filosofía, frente a las doxai -opiniones- sofísticas y retóricas, a las que ésta destinado a superar.
· Pues una “idea” para Platón es subsistente (no depende de que ninguna mente la conciba, y, por tanto, es más real que la naturaleza sensible misma), y es comprensible por el hombre. En algún diálogo, a las ideas también se las llama formas (morphé, término que usará Aristóteles). Sea como fuere, la idea (o, mejor, la pluralidad ordenada de las ideas) es para Platón definitivamente el lógos -la explicación, la estructura- del Ser buscada por la tradición filosófica.
· La idea es un esquema (el más perfecto) inteligible (que puede ser visto sólo con el intelecto) de un conjunto o clase de cosas, pero Platón piensa que la primera antecede a las segundas. Y piensa así porque comprueba que el mundo en el que vivimos no es enteramente inteligible, lo cual considera un déficit de realidad por parte del mundo –igual que Parménides. Cuando debatimos, las ideas son el referente fijo e inalterable al que podemos siempre apelar para acabar con los malentendidos o frenar al sofista con la enunciación de la verdad incuestionable sobre la materia de discusión –su utilidad es, pues, máxima para la estabilidad.
· Entre las cosas concretas o mundo sensible (de asisthesis, sensación) [ejemplo: fenómenos acuáticos como el agua de nuestro cuerpo, el agua de lluvia, el agua oxigenada, etc.], y la idea perfecta [ejemplo actual: H2O] hay una ruptura ontológica, un abismo difícil de salvar –en griego horismos. Según Platón, el agua ideal (H2O) es eterna, pura, inmutable e idéntica a sí misma (características del “Ser” de Parménides), mientras que el mundo sensible es puro devenir (cambiar a otra cosa), sufre el Panta Rhei heracliteano (todo fluye), y es sensible a la diferencia (no se pueden encontrar dos hojas iguales). No obstante, la teoría de las ideas consiste en afirmar que el agua ideal, que es captada como única pero nadie puede sentir, es más real que los cursos particulares de agua que pueden ser sentidos, pero no comprendidos en su unicidad.
· Las ideas son incontables (no pueden ser finitas, ya que la realidad sensible parece inagotable, pero tampoco infinitas, pues el infinito es irracional), guardan relaciones determinadas -positivas o negativas- entre sí y están jerarquizadas en forma de pirámide en un orden lógico y coherente. Los números eran concebidos también como ideas independientes (2 no es sólo el resultado de 1+1, sino una idea independiente del “1” y de la operación de adición).
· En definitiva Platón piensa que hay un “mundo de las Ideas” o kósmos noetós (orden inteligible) que coexiste en la phýsis con el mundo sensible sin confundirse con él. Este mundo conoce una ruptura absoluta con el mundo sensible, porque éste tiene las características de la ontología de Heráclito, mientras que el mundo de las ideas tiene las características del Ser de Parménides. Esto significa que para analizar la realidad hay que comenzar por dividirla en dos partes (dualismo): cosas concretas y realidades ideales. Pero si queremos explicar el entorno y reglamentar la convivencia tiene que existir una suerte de puente que comunique ambos mundos, ya que en caso contrario nos quedaríamos paralizados en la negación parmenidea. Para salvar el abismo entre los dos mundos sin que la idealidad quede infectada de lo sensible -esto es lo más importante para él con mucho-, Platón propone 5 soluciones sucesivas, que va exponiendo gradualmente (a veces superpuestas) en sus diálogos a los atenienses. Son las siguientes:
1- La primera ocurrencia que tiene es que entre los dos mundos hay una relación de Imitación o mimesis, de modo que las cosas sensibles “imitan” a las ideas: el árbol del parque imita a la idea de árbol (modelo teleológico: la cosa tiene como fin -télos- imitar la idea). Para conocerla, más allá de la juvenil anámnesis, Platón propone la diáresis o división en sus elementos últimos de la cosa concreta negando de ella lo que tiene de particular y contingente.
2- La segunda respuesta se llama Participación o méthexis. Los seres particulares (árbol sensible) participan de algún modo de la idea (árbol ideal). Un deportista tiene parte de él que hace deporte (y las acciones también son tiene una forma ideal), y otra que no (y por eso la acción es necesariamente imperfecta). Esta segunda explicación tendrá una tremenda importancia en la Edad Media: si los hombres existimos es primero porque participamos de la existencia que Dios nos comunica, el cual es el único que de verdad existe por sí mismo.
3- La tercera respuesta está contenida en el Símil de la Caverna, que Platón expone como un mito en cierto paréntesis de “La república”. Brevemente: Varios hombres encadenados (concepto general de “condición humana”) están atados con grilletes a un muro a sus espaldas que no ven, sólo pueden sentirlo. Un hombre se libera y descubre que detrás del muro hay una hoguera, y unos objetos que pasean sobre el muro, creando sombras en la pared de la gruta situada frente a la vista de los encadenados. Los hombres, por tanto, solo ven las sombras, que simbolizan el mundo cotidiano. A las sombras, Platón las llama doxa (opinión), que significa el ínfimo grado de conocimiento. Los objetos que pasean sobre el muro son los seres sensibles, que también son una imitación de la “idea”. El mito dice que el hombre desencadenado al mirar hacia arriba ve a esos seres, que son más reales que la opinión que tenemos de ellos, y se admira. Luego, más allá del muro se da cuenta de que hay una abertura por la que se ve luz, y sale a la superficie. Al salir del mundo imaginario, llega a un mundo real, representado por una pradera. Con esto, Platón entiende el mundo real como naturaleza, y no primeramente como ciudad (ideal sofista). Por encima de toda la pradera arcádica está el sol, que simboliza el Bien ideal, la más alta de las ideas. Éste hace que el hombre no pueda ver bien momentáneamente, acostumbrado a la penumbra de la gruta. La historia representa estas etapas desde el punto de vista de la teoría del conocimiento (o gnoseología, en terminología posterior):
1ª – Doxa (opinión): acerca de objetos sensibles vistos de forma subjetiva.
2ª – Epísteme (ciencia): trata de seres sensibles mismos.
3ª – Dialéctica: trata del contacto con las ideas mismas, relacionadas unas con otras.
4ª– Dianoía (intuición): es una cognición completa, una visión directa de la máxima realidad.
La primera lectura posible del famoso mito es que el hombre que se libera es, en cierto sentido, un privilegiado que tiene como destino una vida con más altos designios que los demás –lo cual, por cierto, Platón combina con el mito de Er al término de “La república”, donde se hace una criba escatológica de las almas. El objeto del símil es que el hombre liberado (que logra ver la absoluta verdad) vuelva a la caverna para gobernar, aunque no le guste y tengan que forzarle a ello. Por tanto, es un mito fundacional de la política: sólo el que conoce el último grado de la verdad puede, y por ello mismo debe, gobernar, y este es el filósofo o alguien cercano al filósofo. El conocimiento merece detentar el poder.
La segunda lectura es también literal: escribe Platón que el “sol” también es el principio de máxima inteligibilidad, por lo que tiene de luz que hace ver los objetos ideales, y además es la razón de existir de esos mismos objetos, de tal manera que es el origen tanto de la realidad como de la comprensión humana de ella. Es, pues, responsable de dos cosas: es la causa productora de todo, y a la vez la causa de su conocimiento, con que la metáfora del sol sirve de puente entre los principios generadores de la realidad y los principios rectores del saber científico, legitimando la unión parmenídea entre pensamiento y ser en términos de pluralidad ideal. Es lo que hoy conocemos, con Jean-François Lyotard, como un relato de legitimación del discurso filosófico, y que puede ser elaborado gráficamente así:
Cognoscente, sujeto à a través de X (Función de conocimiento verdadera, basada en L) à Conocido, objeto
( )
( )
(à a través de L: relato de legitimación (tanto X como L son discursos) ß )
Pero… ¿Por qué llamar a esa Idea suprema “Bien” (acompañada de “Belleza” y “Justicia”)? Este giro ya requiere de una lectura no literal, sino intencional. Pues bien: a partir de Nietzsche podemos interpretar que Platón sitúa el “Bien” coronando el sistema no porque sea incapaz de separar la consideración moral del enfoque científico, sino al contrario: porque entiende correctamente -a diferencia de la ciencia moderna- que la una no puede existir sin el otro. En definitiva, “ciencia” significa que tiene que haber -y esto es un imperativo moral- un orden en la naturaleza, porque sino el hombre está perdido. Pues si todo dependiese de la voluntad del hombre, como sostienen los sofistas, nada puede impedir la violencia inacabable en el mundo. De modo que, en el fondo, Platón ha creado el ideal científico al servicio de una justificación de un mundo moral suprahumano frente al convencionalismo humano -y, en este sentido, amoral- sofístico. El Sol, como metáfora, debe ser identificado con el Bien y el Orden porque para el filósofo el desorden es interpretado como el Mal sin paliativos. Sin embargo, justamente lo que defendían los sofistas es que la naturaleza no garantiza ningún orden interno suyo propio, y por eso es necesaria la intervención racional (en términos de utilidad, que debe ser decidida, y no de moral, que se impone por sí misma) de cada comunidad concreta. En conclusión, hay que remarcar que los sofistas no eran irracionalistas ni Platón un defensor puro de la verdad, tal como lo entendemos hoy, pero el ascenso del cristianismo barrió de la historia a los primeros y apostó fuertemente por la filosofía.
4- La cuarta respuesta también tiene forma de mito, es la Tesis del Demiurgo. Es algo cutre, a mi parecer, pero tiene un incalculable alcance histórico. Es una solución que aparece en un diálogo llamado Timeo, donde Platón desarrolla su cosmología. Demiurgo significa semi-artífice o semi-dios, en el sentido de que es una especie de persona individual que no crea el mundo, pues el mundo de la materia y el de las ideas ya preexisten, y él se limita a una semi-obra de creación. Como Platón no sabe cómo explicar las cosas sensibles, hace aparecer (Deus ex machina) este medio-creador que es como un “artesano” que, por ejemplo, en vista de la idea de hombre, moldea a un hombre concreto valiéndose de la materia (hyle, proveniente de “madera”, en griego). La materia es algo eterno como las ideas, pero móvil, informe, vacío y susceptible de adoptar cualquier forma para luego destruirla y adoptar otra. Para Platón, la materia es fuente de imperfección y caducidad, porque es la culpable ontológica última de la diferencia, los vicios, la vejez, y, en último término, la muerte en el mundo sensible. De hecho, a través de las tradiciones cristianas que identificaron posteriormente la materia con el pecado, todavía actualmente se entiende el materialismo filosófico u ontológico como algo negativo, propio de ateos y casi de criminales. Todo proviene, pues, de esta tesis de Platón en el Timeo.
5- Por último, la quinta respuesta consiste en que Platón, en su vejez nuevamente influido por el pitagorismo, concibe la solución de que el paso entre ideas y mundo sensible se realiza mediante números. Lo malo es que esa solución es poco conocida, porque pertenece al Platón de los cursos esotéricos de la Academia. Aún así, demuestra que Platón mantuvo su interés por las matemáticas y la geometría hasta el final de sus días, en el sentido soteriológico (= doctrina de salvación) pitagórico. En efecto, los cursos que impartió Platón antes de morir, de los cuales sólo hay algún testimonio indirecto, son conocidos como los Dogmata Ágrafa o Afirmaciones no escritas. Estos fueron discursos una vez más “Acerca del Bien”, pero en los que, quizá el Platón viejo se da cuenta de que sus primeras ideas son erróneas (demasiado metafóricas, y, además, discutidas en el seno de la Academia). A la idea arraigada en Platón de que el mundo sensible es un reflejo del Mundo Ideal, y que éste encarna el Bien absoluto le surge un problema: ¿qué pasa entonces con lo feo y malo e injusto tan desdichadamente frecuente en el mundo sensible? Ante esto, Platón replica que lo malo y lo feo no existen por sí mismos, con consistencia propia, sino que sólo son una forma de ausencia de bien o justicia o belleza positivas, porque éstas tiene “grados” en el mundo sensible, y el menor de ellos es en el que es casi imperceptible la belleza y la justicia y el bien, y a eso lo llamamos fealdad e injusticia y maldad –esta solución, en cualquier caso, no convencerá en la Academia. Las ideas como números significan ahora que a cada idea, para convertirse en realidad sensible, ha sido necesario pasarla a través de los números, es decir, que la ideas se cumplen en lo sensible en los términos de un más y de un menos. Pero el “más y el menos” representan una magnitud, y la magnitud es también calculable, inteligible, o sea: idealizable. Esta, que sí es una solución brillante, tendrá un gran porvenir a partir de la ciencia renacentista, pero fue ignorada tanto por Aristóteles como por la tradición cristiana –aunque San Agustín aceptó muy oportunamente la explicación del mal como ausencia de bien. Dicho de otra manera, si esta idea llega a prosperar históricamente, cabe conjeturar que la ciencia tal como hoy la conocemos habría adelantado milenio y medio.
Psicología, antropología y política
Primero de todo hay que puntualizar que la distinción entre “psicología”, antropología” y pensamiento “político” en Platón es puramente académica, y no se encuentra por ninguna parte en los textos de éste. Existe, más bien, una continuidad entre lo que Platón teoriza acerca de la mente, y, en consecuencia, del hombre, y, de nuevo en consecuencia, de la vida en sociedad, siquiera necesariamente en ese orden. Dicho esto, es necesario recordar que la psicología o ética platónica parte de la distinción pitagórica radical entre alma y cuerpo, que reza que el cuerpo es la cárcel del alma –“sema soma”. El alma pertenece al mundo de las ideas, en tanto que el cuerpo pertenece al mundo sensible, pues se corrompe y muere alterando el alma en su devenir. En época arcaica, psyché significaba simplemente mariposa, porque entendían que en su discurrir natural nuestra mente se comporta erráticamente de asunto en asunto como una mariposa de flor en flor. Así, hay que remarcar que “alma” (del latín anima) es una traducción e interpretación romano-cristiana de psyché, la cual Platón trató ya antes de atrapar y analizar en parecidos términos como un entomólogo caza a una mariposa para proceder a su disección. De modo que no conviene decir alma, sino psyché, que significaba más bien -y significará otra vez para Aristóteles- “principio vital”, aunque con Platón tal “vida” (bios) queda congelada en la quietud eterna de la Idea. No obstante, para Platón, la psyché, que es en sí indivisible (sino no podría ser inmortal, como se argumenta en el Fedón), conoce 3 modalidades intrínsecas que la ligan a la vida; son las siguientes:
-La Racional ? Orientada al mundo ideal (parte divina).
-La Irascible ? Coraje, pulsión de la voluntad (parte humana).
-La Concupiscible ? Apetitos y deseos asociados al cuerpo (parte animal). <Concupiscencia: significa la tentación de caer en el deseo más sucio, bajo o abyecto>.
Simil del “Fedro”: según Platón, la psyché concupiscible, junto con la irascible, son como dos caballos de un carro que bien pueden tirar del piloto, el alma racional, como ser guiadas por él. El caballo irascible es vigoroso y noble, en tanto que el caballo concupiscible es desordenado y venal; ellos son, desde luego, los que ponen la fuerza tractora del carácter humano, mientras que el auriga racional lo dirige pero no lo mueve. A la virtud propia alma racional se la llama phrónesis, que puede ser traducida como “sensatez” (término activo) o “prudencia” (término pasivo); la del el alma irascible es la fortaleza y el valor; y la virtud del alma concupiscible sólo puede ser la templanza o moderación –lo que quiere decir que hay que eliminar los deseos o, cuando menos, moderarlos. Cuando las tres virtudes se dan simultáneamente en el conjunto de la psyché, la justicia reina en el interior del hombre –y este es el ideal ético del sabio.
Ahora bien, como los griegos no separan lo privado y lo público, la meditación política sigue punto por punto la reflexión ética, y así se establece un paralelo entre la jerarquía de la psyché y la que debe regir en la polis. Como se ha escrito, toda la filosofía de Platón sólo es un rodeo para llegar a la política. A este respecto, en un primer momento Platón hace decir a Sócrates en “La república” que la vida en sociedad pudiera ser anarquista, pero Platón cree que el hombre es incapaz de vivir de forma sencilla atendiendo a las necesidades básicas de modo que es nuestro deseo de complejidad y lujo el que hace necesaria una jerarquía. La democracia convierte ese deseo de lo superfluo (en realidad, de la cultura misma) en insaciable, y de ahí su inevitable ruina; la república ideal debe, por el contrario, contener y saciar en la medida de lo posible lo superfluo, y para ello es necesaria una nítida estratificación social. De esta manera, y en correspondencia o en paralelo con el análisis de la psyché, tenemos que…
-Al alma racional le corresponde la clase social de miembro casi único del gobernante.
-Al alma irascible, la clase social de los guardianes (guerreros para controlar la ciudad y luchar si es el caso -que Platón no elimina de su consideración: no es pacifista- contra otras).
-Y al alma concupiscible, la más amplia clase o base social de los productores (artesanos, agricultores, comerciantes, etc., aquellos que viven al margen de la ética ascética).
Inicialmente, a todos los ciudadanos de la república platónica se les educaría de la misma forma, independientemente de su origen: es la paideia (educación en el sentido de forma de vida integral) filosófica, en contraposición con la paideia sofística. De esta formación depende que unos terminen perteneciendo a un estamento social u otro, según destaquen más o menos en su educación. Así, todos los nacidos tienen por igual acceso a una educación de partida en base a:
-Gimnasia (concebida como la “música” del cuerpo).
-Música (concebida como la “gimnasia” del alma).
-Y, por último, saberes teóricos que culminan en la Dialéctica para los más avezados.
Todo el entero proceso está presidido por la moralidad. El caso más llamativo es que sólo se puede hacer poesía dirigida a la mesura, no a las pasiones. Platón admite sólo la parte de las artes que incita a la justicia y el autocontrol. Como se ha dicho, todos han nacido potencialmente aptos para desempeñar cualquier papel, pero quienes no consigan superar unos niveles a cierta temprana edad se harán productores. A los restantes les enseñan la didáctica para llegar a ser guardianes y, entre ellos, el que más descolla se le destina al gobierno. Los guardianes, además de estudiar, pertenecen al ejército, controlan a los artesanos, etc. Viven siempre en común, sin distinción de sexos o familias, y no tienen sistema de propiedad privada (todo lo tienen en común, incluidos los hijos: no conocen el matrimonio ni los hijos propios). Como en Esparta, se práctica la eugenesia: unir a los mejores hombres y mujeres para mejorar la raza y eliminar a los incurables moralmente. Platón creía que al no saber quién era el hijo de cada uno, serían todos los guardianes mejores padres de todos los infantes (Aristóteles pensaba lo contrario). El/los gobernante/s era/n elegido/s entre los guardianes. A Platón no le importaba demasiado si era uno o más, siempre que sus leyes estuviesen basadas en la razón y la verdad (que no hay más que una). Más que república (politeía en griego: constitución) “ideal”, como se le conoce -dando a entender “utópica”: hay muchos malentendidos al respecto-, a este diseño de Platón debería denominársele republica “justa”. Y por justo, Platón entiende 2 cosas absolutamente precisas:
1 – Se señala que todo el sistema de estamentos funcione sin desajustes y en armonía.
2 – Cada parte debe desempeñar su función determinada, sin aspirar a otro estado.
A propósito de todo esto, el filósofo alemán Karl Popper defendió hace unas décadas en un “La sociedad abierta y sus enemigos” (uno de los referentes del liberalismo actual) que Platón era totalitario, adelantándose muchos siglos a la invención y práctica del término por Benito Mussolini (“totalitarismo” entendido como la intromisión del Estado en todos los aspectos de la vida social). No se puede dejar de observar que, desde luego, está adjudicación es completamente anacrónica, puesto que Platón no podía saber nada de las formas políticas modernas, que abarcan grandes territorios, pero tampoco se puede ignorar que es cierto que el Estado platónico deja escaso margen a la libertad individual. Tal planteamiento rigorista en Platón se agudizaría aún más en su último y definitivo diálogo, también (como no podía ser menos) de tema político, producido tras sus desengaños empíricos, por así decirlo, denominado secamente “Las leyes” –y que es el único en el que, sintomáticamente, Platón no hace comparecer a Sócrates, quizá por vergüenza.
Epílogo: Algunas repercusiones generales del pensamiento de Platón
-Sin él no hubiera sido posible la obra de Aristóteles, un académico que se independiza.
-La Academia tiene un sector aristotélico que se desgaja, y el resto que sigue en la línea platónica más ortodoxa -matemática- termina por convertirse con el tiempo en escéptica, como se ha indicado. Por ello, no es cierto que el Neoplatonismo proceda de la Academia, pero sí que con el Neoplatonismo cristiano se explica la mitad del espíritu artístico y humanístico del Renacimiento.
-El elitismo de Ortega y Gasset no proviene tanto de Platón como de Nietzsche, si bien el sentimiento aristocrático de Platón es de lo poco que el alemán aprecia del filósofo griego.
-También cuenta como repercusión relevante el formato y estilo del Diálogo como forma de expresión y comunicación filosófico-científicas, que perdura hasta bien entrado el s. XVIII.
-Y, por último, destaco por encima de todo lo que se conoce como Esencialismo: un planteamiento nacido eminentemente con la filosofía platónica según el cual para todas las realidades posibles (no solamente corpóreas o físicas) existe una misma identidad fija e invariable, una “esencia”, que puede ser conocida por el hombre y para el que funciona como norma. La ciencia en general y, por ejemplo, los Derechos Humanos, son casos de esencialismo.
Fuentes utilizadas:
Historia de la filosofía, de Bertrand Russell, en Grandes Obras de la Cultura; transcripción realizada por Óscar Sánchez de las clases regulares de historia de la filosofía antigua acerca del cristianismo impartidas por Quintín Racionero de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.